Nosotros somos así. Como la
primera excursión a la nieve fue tan divertida y lo pasamos tan bien…¡había que
repetir!
Quedamos un domingo de enero, con
nuestro optimismo habitual, para subir a la nieve al puerto de Palombera y
luego bajar a comer a Fresneda. Ay…pobres de nosotros…o llevábamos algún gafe
en el grupo o nos dejamos en casa el talismán del buen tiempo.
Como punto de reunión elegimos
Ruente. Allí fuimos llegando con cuentagotas, cada uno a su ritmo y en su
horario. Mientras, los madrugadores ya habían encontrado sitio para el primer
café de la mañana…a cubierto, porque apareció esa lluvia suave, tan relajante
cuando estás sentado en el sofá de casa y tan pelma cuando lo que quieres es
estar en la calle.
Así que, una vez reunidos todos,
empezaron las dudas…llueve…4 grados…esto acaba en nieve, seguro. Y qué hacemos,
¿subimos o no subimos? Pues nada, vamos subiendo poco a poco, hasta que la
nieve nos deje, y ya nos daremos la vuelta. Nosotros somos así.
Tomamos carretera adelante,
pasamos Fresneda y seguimos, seguimos…arranca el puerto y subimos,
subimos…carretera limpia y despejada, poca nieve, ganamos altura y ya va
apareciendo algo de nieve en las cunetas. Poco a poco va a más, pero la
carretera sigue despejada, así que subimos, subimos…seguimos con la idea de dar
la vuelta en cuanto se ponga feo, pero es que la carretera estaba estupenda y
el paisaje era más espectacular cuanto más subíamos.
Rodeados de los montes, con sus
bosques blancos de nieve. Un paisaje que no vemos todos los días y que da gusto
disfrutar. Y claro, subiendo, subiendo… ¡llegamos al puerto! Palombera….1.260
metros de altitud, nubarrones en el cielo, parece que sopla algo de viento y no
hay ni un coche. Esto pinta mal, Caracoles.
¡Efectivamente!. Salimos del
coche y un intenso viento nos azotaba… qué va…NOS ATIZABA en la cara. Una
ventisca en toda regla, con su nieve dando vueltas por el aire y sus ráfagas de
viento que cortaban la cara. Qué frío…nada que ver con aquel otro día que
vinimos a la nieve, con aquel sol tan fantástico. Esto era el crudo invierno.
¿Y qué hacemos? Venga, ya que
estamos aquí…Nosotros somos así.
Nos pusimos el equipo completo
anti-ventisca: gorro hasta las cejas, bufanda hasta las orejas y guantes.
Sacamos los trineos y venga…carreras para acá, carreras para allá, alguna bola
voladora y ya íbamos entrando en calorcito.
Y aunque nuestros peques estaban
felices y les daba igual los vientos de 80 a la hora, los mayores tuvimos un
ataque de sensatez y ya decidimos que había que bajar.
Vuelta a los coches, bajamos al
calorcito de La Casona de Fresneda, nuestro gran descubrimiento gracias a Manu
y Desi, nuestros guías particulares de restaurantes interesantes. Somos fans…de
nuestros guías…¡y del restaurante! Para empezar tienen un patio donde los
peques pueden estar jugando sin riesgo de fuga. Y desde el restaurante les
podemos echar un ojo de vez en cuando, así que genial para todos.
Después del vermú de rigor y un
poco de cháchara, nos fuimos sentando en la macro-mesa para 22…Y apareció el
menú oficial de Caracoles&Alrededores: alubias, sopa y huevos fritos. Para
rematar, el postre: la famosa tarta de queso de La Casona…está deliciosa…¡de
esto sí que somos fans! Comimos genial, los peques y los mayores.
En esa comida hubo de todo… envío
de fotos por guasap para dar envidia a los que no habían venido….
...mucho amor madre-hija, platos
que se vacían rápido, platos que se vacían despacio y unos sorprendentes bebés
gigantes.
Ya en la sobremesa aparecieron
hojas y lápices de colores, y nuestros Pájaros sacaron su vena artística y nos
hicieron unos dibujos preciosos. También descubrimos nuevos talentos entre los
mayores: tenemos un estupendo dibujante en el grupo, ¿eh, Guillermo?, que nos
va a hacer un súper-logo para Caracoles&Alrededores, cualquier día de
estos. Aquí queda dicho.
Y fue en aquella sobremesa cuando
empezó a gestarse el disfraz de carnaval. Allí nos juntamos los padres en una
tormenta, como la de Palombera, pero esta vez de ideas. Empezamos con un mantel
y acabamos siendo pájaros de colores. Se ve que así surgen las grandes ideas,
en una sobremesa entre amigos.
A estas alturas los peques habían
terminado sus dibujos y ya necesitaban un poco de marcha, así que salieron al
patio a jugar, a charlar con otros clientes que estaban tomando el aire, a
perseguir al pobre gato de la casa…no se aburren estos Pájaros.
También disfrutamos de cantos
populares. En otra mesa, unas chicas que estaban de celebración sacaron unas
panderetas y se pusieron a cantar canciones montañesas…nos encantó. Y a los
peques también. Se metieron tanto en el ambiente que nuestros Pájaros también
quisieron cantar lo suyo. Nada les da vergüenza. Nuestros pájaros son así.
Y así, poco a poco, fue pasando
la tarde. De allí no nos echaban y como nuestros Pájaros se portan tan bien,
estuvimos la mar de a gusto.
La despedida fue ya en la calle,
aunque nadie parecía querer irse. Los mayores, como siempre, de charla. Los
pequeños volando aviones de papel, ayudados del gran Ingeniero-Aeronáutico-Dibujante
Guillermo.
Y poco a poco, nos vamos
decidiendo a terminar el día, que ya anochece y hace frío. Otro día genial que
nos deja ganas de repetir. Presidenta…¿dónde será la próxima?
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